La bodega más antigua de Canarias y entre las diez más antiguas de España. Mantenemos algunas vides del siglo XIX que maduran en la ladera y son vendimiadas a mano, una por una. El fuego, el viento y la roca, crean unas condiciones extremas de las que nacen unos vinos con un marcado carácter y personalidad,con los que descubrimos el alma de una tierra y un clima únicos en el mundo.
EL COMIENZO
Tras la erupción de 1730-1736, la zona central de la Isla, la más fértil, quedó cubierta por la lava y la arena volcánica. Poco tiempo después comenzó a plantarse la viña y árboles frutales, bien apartando las arenas, bien haciendo agujeros en la lava (“chabocos”), hasta alcanzar la tierra vegetal.
LOS PRIMEROS AÑOS
Antonio de Torres y Ribera heredó algunas parcelas de El Grifo, que poseían sus padres con anterioridad a las erupciones de 1730, y fue completando la finca y la plantó viña. También edificó, además del lagar, la primitiva bodega (que hoy es Museo) y la casa.
Nombró heredero a su sobrino Bartolomé de Torres con la condición de que éste instituyese en el Grifo una capellanía de misas rezadas. En 1803 falleció Antonio de Torres, sucediéndole su sobrino.
Otra sobrina de D. Antonio, Gabriela de Torres, que nació y vivía en Cuba, reclamó judicialmente en el juzgado de Arrecife la propiedad de la finca a su primo Bartolomé, alegando el incumplimiento de lo ordenado por su tío en el testamento.