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Influenciado por la idea de los jardines de Tivoli, una de las mayores atracciones del centro de Copenhague, Francis Ford Coppola creó su bodega.
"A menudo he sentido que la vida moderna tiende a separar todas las edades demasiado. Antiguamente, los niños vivían con los padres y los abuelos, y la unidad familiar era algo muy valioso".
Son palabras de Francis Ford Coppola sobre por qué se lanzó a hacer su sueño realidad. Quería convertir una bodega en un parque donde reunir a la familia y disfrutar de la vida.
"Así que cuando comenzamos a desarrollar la idea de esta bodega, pensamos que debería ser como un centro turístico, básicamente un país de las maravillas del vino, un parque de placer donde la gente de todas las edades puede disfrutar de las mejores cosas de la vida - la comida, el vino, la música, el baile. Un lugar con juegos, natación y actuaciones de todo tipo. Un lugar para celebrar y amar la vida".
Así lo había concebido, como un proyecto desde el que disfrutar y entregar elementos de disfrute a quien acuda a visitarlo. Y, quizás también, para recordar a su abuelo, que elaboró vino en tinajas ubicadas en un sótano de Nueva York.
Sus viñedos se ubican en la finca de Inglenook, en la zona de Sonoma, en el californiano valle de Napa, y de ellos se encarga el vinicultor Corey Beck, con más de 20 años de experiencia.
